¿Cuál es la concepción cristiana del trabajo?- 1 de Mayo
“El cristiano que está en actitud de escucha de la palabra del Dios vivo, uniendo el trabajo a la oración, sepa qué puesto ocupa su trabajo no sólo en el progreso terreno, sino también en el desarrollo del Reino de Dios, al que todos somos llamados con la fuerza del Espíritu Santo y con la palabra del Evangelio” (Laborem Exercens, 1981).
¿Cuál es la concepción cristiana del trabajo? ¿Cómo podemos comprenderla para vivirla plenamente?
Te invitamos a leer el siguiente artículo escrito por la hermana María Fernanda Trucco, apóstol del Sagrado Corazón de Jesús, donde habla sobre el trabajo y la dimensión trascendente que tiene: es camino de plenitud humana y de colaboración mutua, participación de la obra creadora de Dios.
“El trabajo humano es el eje articulador de la Enseñanza social de la Iglesia. En el DOCAT se busca ofrecer la dimensión trascendente que lleva inscrito el tema del trabajo, el que es visto como camino de plenitud humana y de colaboración mutua, superando de este modo la mirada negativa que le ha acompañado (El trabajo como castigo por el pecado original, Gn 3).
Con el trabajo se desarrollan competencias y capacidades, y se participa del desarrollo económico, social, o cultural. El trabajo ocupa un lugar central en el plan de Dios, pues ha encargado al hombre que someta la tierra, la cuide y la proteja. Por tanto, puede ser un valioso servicio para los demás. Cultivando la tierra sosteniblemente y haciendo desarrollar de manera creadora sus posibilidades, el hombre se asemeja a su Creador. Además, hacer bien el trabajo, por muy sencillo que sea, nos une a Jesús que fue también un trabajador.
Dentro de sus elementos constitutivos esenciales, la Doctrina Social de la Iglesia enfatiza las dos grandes prioridades sobre este tema: la dimensión subjetiva por sobre la objetiva, y la prioridad del Trabajo por sobre el Capital. En ambos casos, lo que está detrás es la centralidad de la persona humana. Aquí radica el tema central: El ser humano es lo fundamental y debe ser reconocido como prioritario en el abordaje de la cuestión laboral. De aquí se desprenden los Tres Derechos Laborales Fundamentales: Derecho al Salario Justo, a la Asociación y al destino Universal de los bienes (en la línea de la propiedad privada como derecho) .
¿Qué significa la frase “Estar desempleado, o no ser útil, arrebata al ser humano su dignidad”?
Es importante entender bien la frase. Que una persona no esté trabajando, no le quita la dignidad; aunque es verdad que la falta de trabajo puede dificultar el reconocimiento de la propia dignidad. Para que uno sea consciente de ella tiene que verla expresada. Y es que el ser que no se expresa en el hacer, pudiera parecer que no es.
Hay una expresión que dice “eres lo que haces”, y que podría confundir a la gente. A veces podemos hacer cosas con las que no estamos plenamente de acuerdo; como dice San Pablo: “a veces me veo haciendo cosas que no quiero hacer”. Y es porque también hay contradicciones dentro de nosotros.
Así pues, bien entendida, esa expresión quiere decir que el hacer visualiza el ser; es decir, uno va creciendo en la medida que hace aquello que es coherente con su ser, y eso le ayuda a caer en cuenta de los dones que Dios le ha dado.
Es llamativo cómo en el Génesis, Dios manda el trabajo para que colaboremos con Su creación, asemejándonos a Él como Creador, y uniéndonos a Jesús en la faceta de trabajador.
Una manera de expresar el amor al prójimo es trabajar bien; no hacerlo buscando sólo los propios intereses, sino que pensar en y para los demás, con las cualidades puestas al servicio de quienes nos rodean.
“Elige una profesión que te guste, y no necesitarás trabajar más ningún día de tu vida”.
Este proverbio asiático hay que analizarlo, y la enseñanza que se debe sacar de él es que es el amor que ponemos en el trabajo el que hace que este se viva de una manera no mortificadora. Un matiz al proverbio sería volver la primera frase del revés: gusta o ama tu trabajo, porque no siempre se puede escoger aquel que te gusta, mas siempre puedes hacer con amor el trabajo que te ha correspondido. Así dejaremos de vivir el trabajo como una especie de peso del cual hay que liberarse, para verlo como un don y una bendición de Dios.
“Trabajando, vivimos unos gracias a otros, el trabajo crea comunidad (…). Trabajar es humanizar. Pero esto no es todo todavía. El trabajo para el pan natural también prepara el pan sobrenatural y por lo tanto también se extiende a la preparación de la vida eterna. La liturgia de la Iglesia, en su oración de ofrendas, nos muestra este misterio, este destino supremo de nuestro trabajo: «Bendito seas, Señor Dios del universo: de tu bondad hemos recibido este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre: te lo presentamos para que lo conviertas en alimento de vida eterna para nosotros». (…) Nuestro trabajo prepara la presencia de Cristo, se convierte en el alimento de la vida eterna. Incluso la máquina, instrumento de nuestro trabajo, no permanece ajena a la vida cristiana. Abrazado por la oración, puede convertirse en un instrumento de bendición” (Joseph Ratzinger, «Por Amor», Edizioni Cantagalli).
La familia y el trabajo en la actualidad: entre oportunidad y precariedad Mas información