LA AUSTERIDAD, LA SOLIDARIDAD, VALORES DE LA FAMILIA
Queridos sobrinos:
Contabais el otro día el planazo que tenéis para este verano y me llamaba la atención lo poco que tiene que ver con los viajes que se monta todo el mundo. Vosotros vais a ir de campamento con chavales de familias desestructuradas, a hacerles disfrutar de una experiencia de grupo divertida, solidaria y educativa. Siempre he envidiado vuestra pertenencia a un grupo scout, entre otras cosas porque en mis tiempos no había y es de las cosas que me habría gustado experimentar, igual que vivir una temporada en un colegio mayor y acompañar una jornada de trabajo en un barco de pescadores. Son cosas que habría querido vivir, casi tanto como el visitar el tercer mundo, para dejarme interpelar y convertir por sus gentes, que es algo que haré algún día.
Os decía que me gusta vuestro plan de vacaciones porque, me parece, que va a ser un verano que no os va a dejar indiferentes. A toda la familia nos interpelan y nos gustan vuestros planteamientos de vivir comprometidos con el mundo y de seguir trabajando para dejarlo mejor de cómo lo encontrasteis, que es el lema scout que os he oído expresar durante toda la vida. Y además podría asegurar que lo habéis conseguido porque se está bien a vuestro lado, cuidáis las relaciones familiares, nos implicáis en vuestras cosas y, con las “jornadas de puertas abiertas” que montáis en vuestros cumpleaños, conseguís que nos conozcamos y queramos todos vuestros amigos, compañeros, parientes y conocidos. No tenéis pudor en contarnos vuestros sueños, demostrarnos vuestro talante austero y pedirnos que no os hagamos regalos, para no fomentar vuestra parcela caprichosa y consumista.
Es bonita esa opción vuestra de hacer que por cada cosa que entre en vuestra casa, ha de salir otra igual, es decir, que si os regalamos un libro, vosotros regaláis otro, si llevamos unos guantes para la niña, salen otros guantes de la casa y si le llevamos un juguete, ya sabe la niña que daréis otro de sus juguetes a otros niños, para no acumular y no tener tanto de todo. En vuestra casa se conjuga mucho el verbo compartir y hasta los niños pequeños lo expresan con naturalidad y frecuencia. Es importante y un buen testimonio que, en un momento de la historia en el que todos queremos tener de todo, mucho, y ya… vosotros elijáis tener poco y vivir austeramente como valor, como libertad, para caminar ligeros de equipaje y sin agobios de espacio y de chismes.
Pues en vuestra campaña de vivir felices, de trabajar por la justicia y el bien común, os habéis planteado ir al campamento a compartir con estos niños vuestros días de vacaciones, porque es un gran regalo que hacéis a vuestros hijos, el vivir con otros, el compartiros, el que aprendan a querer y se sientan queridos por otros niños que habitualmente no están envueltos en cariño. Estoy segura que yo me habría planteado si mis hijos se “deseducarían”, si les atendería poco, si aprenderían cosas negativas o si les estaría restando una ración de padres, en vacaciones. En cambio vosotros nos habéis contado, con ilusión, que para ellos puede ser un aprendizaje, ya que son tan cariñosos, comunicativos y tiernos que facilitarán la comunicación del amor a estos chicos, aparentemente rudos, bruscos y poco afectuosos. Estáis convencidos de que toda la familia podéis ser un regalo bonito, para estos muchachos tan poco familiares, que verán cómo os queréis vosotros dos y cómo os comunicáis el cariño los cuatro.
Yo entiendo que, tontos no sois, y sabéis muy bien que ir al crucero, que os invitó vuestro suegro, habría sido fantástico, pero habéis sido valientes al renunciar, ya que habíais adquirido este compromiso con vuestro grupo, en el que durante todo el año colaboráis como voluntarios. Habéis sido muy generosos y, además, lo hacéis sin alardear, sin haceros los mártires sino con el orgullo del bonito regalo que va a ser este verano para vosotros cuatro y compartiéndonos vuestros proyectos y planes, para hacer que los chicos disfruten de una experiencia casi familiar, de vivencias, ocio, aprendizajes y límites.
Me alegra un montón saber que hay cantidad de gente que gasta sus vacaciones en otros. Mi ginecóloga se va todos los veranos al tercer mundo, a operar. Nuestro amigo el óptico, el que recoge gafas usadas para llevarlas a Africa, se pasa dos meses cada verano practicando cirugías oftalmológicas, junto a otros dos amigos que fielmente regalan su veraneo a gente que lo necesita. Me sigue sorprendiendo cuántos sois los que adivináis lo que necesita la gente. Parece que tenéis un radar especial para detectar lo que les hace falta a otros. Es como si fuerais por la vida de forma cóncava, y ahí os caben los demás, mientras otros vivimos de forma convexa… solo llenos de nosotros mismos y ocupados de nuestras necesidades y temores y por eso no nos cabe nadie dentro, porque tenemos la mente ocupada solo en nosotros y en los nuestros y en los miedos a lo que les podría ocurrir.
Os escribo esta carta para daros las gracias, porque vuestra generosidad nos cuestiona, vuestro compromiso nos interroga, vuestra austeridad nos anima a acumular menos, vuestra disponibilidad nos hace plantearnos si no estaremos instalados en un permanente acariciar nuestro yo, nuestro ombligo y, por eso no sabemos mirar al otro, al tú que nos acompaña, al que sufre cerca, al que nos necesita, al que está siendo injustamente tratado en este mal reparto que tenemos hecho de la vida y sus pertenencias.
Dicen que el que es de Dios es de todo el mundo y eso creo que es lo que os ocurre a vosotros. Me consta que vivís en estrecha relación con Dios, que es Él el que os carga las pilas, el que os moviliza, compromete y entusiasma. Y realmente Jesús nos pregunta también a nosotros… ¿quiénes son tu padre y tus hermanos? Pues muchos más que los que están inscritos en tu libro de familia, tus hermanos son todos los seres humanos, mis hijos, especialmente los más pobres y los que sufren… y ante esta respuesta, no tengo nada más que decir que, que lo estáis haciendo muy bien, muy requetebién y que tenéis sólo una vida, que se pasa pitando, y la estáis viviendo coherentemente, de acuerdo con lo que queréis ser y soñáis construir, ese Reino de Dios de paz y de justicia, donde todas las personas vivan bien. ¡Os quiero tanto! Mari Patxi.