Mi experiencia con los Grupos de Jesús
CONVOCADOS POR DIOS A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL
Mariángeles Echevarría. Parroquia Santa Ana. Las Arenas (Bizkaia)
Parte 1
Es difícil escribir cuando no sabes quién te va a leer y desconoces, por tanto, sus intereses y motivaciones. Así que me centraré en lo que me han pedido que haga: escribir sobre mi experiencia en los Grupos de Jesús en la Parroquia de Santa Ana porque, me dicen, que pronto vosotros recibiréis mas información y si quereís una invitación para formar algo similar.
Hace 5 años, cuando todo empezó, yo no sabía lo que eran los Grupos de Jesús. Era, sencillamente, una cristiana que ya no me conformaba con ser una simple espectadora pasiva de las celebraciones dominicales y una aceptable cumplidora de las normas y preceptos que me habían inculcado desde pequeña. Buscaba y deseaba algo más: un encuentro menos racional y más experiencial con Jesús de Nazareth. Pero ¿Qué dar pasos para conseguir esto? ¿Dónde encontrarme con Jesús? Y ¿Cómo seguir a alguien a quien no vemos? Para los que no tuvimos la suerte de vivir hace 2000 años y haber podido convivir con ÉL, el único modo de conocerle es a través de su evangelio, fijándonos en lo que dice y en lo que hace. Aprendiendo cómo entendía Él la vida, a qué le daba importancia, cómo miraba a las personas, qué pensaba del dinero, dónde ponía la felicidad… Resonaba en mi cabeza el diálogo entre Jesús y dos discípulos de Juan el Bautista, cuando aún dudaban sobre si seguirle.
El diálogo está en Juan 1, 35-39 y transcurre más o menos así:
(Los dos discípulos iban siguiendo a Jesús a cierta distancia y éste se da cuenta y les dice.)
- ¿Qué buscáis? (qué esperáis de mí? ¿por qué me seguís precisamente a mí?
- Maestro, ¿dónde vives? (¿cuál es el secreto de tu vida? ¿qué es vivir para Ti?)
- Venid y lo veréis (No busquéis información de otros. Haced vosotros mismos la experiencia. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo)
- Y se fueron con Él, vieron dónde vivía y pasaron aquel día con Él.
Entonces… éste es el camino, éste es el paso decisivo: tomar la decisión de seguir a Jesús, decirnos a nosotros mismos: basta ya de simplemente “seguir tirando”. Lo decisivo no es “saber más cosas sobre Jesús”, “tener más datos”, “penetrar en los misterios de la doctrina cristiana”. Lo que nos atrae para seguirlo y lo que transformará nuestras vidas es el contacto personal con Él. Dicho de una manera más concreta, necesitamos experimentar que Jesús nos hace bien, que reaviva nuestro espíritu, que introduce en nuestras vidas una alegría diferente, que nos infunde una fuerza desconocida para vivir con responsabilidad y esperanza.
La siguiente decisión fue hacer este recorrido en grupo. ¿Por qué? Porque el camino es más fácil cuando se comparten experiencias y dificultades, cuando existe una comunidad que posibilita, anima y apoya nuestro crecimiento y compromiso. Así que después de compartir con algunas personas de la parroquia el proyecto de “formar grupos de adultos dispuestos a profundizar y comprometerse con los valores del evangelio”, y obtener la aprobación del Consejo Parroquial, nos dirigimos a la comunidad, “micrófono en mano”, al acabar las misas de Domingo, para invitar a la gente a unirse a esta iniciativa. Nuestra meta no era conseguir que “mucha gente se apuntara”. Se trataba de algo mucho más modesto: ofrecer una oportunidad a quienes estuvieran buscando algo más, una fe madura y responsable y encontrar respuestas a los cambios continuos y acelerados que suceden a nuestro alrededor. Estos cambios nos interpelan como personas y como cristianos y exigen de nosotros respuestas fundamentadas en las claves de nuestra fe. Respondieron muchas más personas de las esperadas y se formaron 5 grupos de unas 8 personas cada uno.
Ahora llegaba el problema más difícil: ¿quién dirigiría y animaría todo aquello? En la parroquia sólo había un sacerdote, ya bastante mayor y con una salud delicada. Estaba claro que tendríamos que asumirlo personas laicas de los propios grupos. Había llegado la hora de responsabilizarse. Tanto tiempo reclamando nuestra mayoría de edad dentro de la Iglesia, exigía ahora comprometerse. Pero nos daba miedo, nos sentíamos inseguras. Entonces nos agarramos, como a un clavo ardiendo, a las palabras de Jesús “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Y confiamos… Confiamos en que Él pondría en nuestra boca las palabras necesarias para alentar, conducir y animar a los grupos en su recorrido de búsqueda. Y nos pusimos en camino. Y hemos caminado durante 5 años, con algunas deserciones y también con nuevas incorporaciones. Ha sido inestimable la ayuda del libro de José Antonio Pagola, LOS GRUPOS DE JESÚS, porque ha actuado como un soporte para los encuentros, soporte, que con el tiempo, hemos ido adaptando a las dinámicas de los distintos grupos.
Quiero saber más de los Grupos de Jesús que estan naciendo en la Vicaria VI